Hace un año pensábamos que la gestión debía venir de los datos. Ahora entendemos que el liderazgo no va de datos ni la innovación de capital, va de personas. Porque las empresas no son responsables, creativas ni innovadoras para afrontar los cambios. Las personas que deben liderarlas y quienes las componen, sí deben serlo.
El mundo busca un nuevo modelo energético. Todos hablan de nuevas fuentes de producción energética. Pero nada va a funcionar si no cambiamos el modelo de contrato social entre la ciudadanía y el sistema de producción energética. Por eso debemos encontrar nuevas soluciones inesperadas.
En mi opinión, el cambio de modelo energético debe pasar por una máxima: cada ciudadano tiene derecho a producir la energía que consume. Es decir, poner a la persona en el centro, dotándola de las herramientas que necesita para que pase a ser proveedor energético.
Para lograrlo, deberíamos:
1. `Comunidades ciudadanas de energía´ (CCE)
Primero, fomentar la constitución de ‘comunidades ciudadanas de energía’ (CCE), vehículos de producción abierta a la ciudadanía, que permiten obtenerla para consumirla, cederla o venderla, generando una fuente de ingresos especialmente atractiva para la España rural. Existen más de 1.800 en Alemania y 700 en Dinamarca. En España, hay 33 registradas. El IDAE avala su idoneidad, pero declara que actualmente no tienen desarrollo normativo, ni apoyo económico o de organización..
2. `Plan de Organización de Producción Energética´ (POPE)
Segundo, crear, como los PGOU para urbanismo, un ‘Plan de Organización de Producción Energética’ (POPE), para establecer derechos de producción por regiones, concretando lugares y MW a cubrir. En el sistema de licitaciones actual, los habitantes de las zonas donde se van a instalar, como Espuéndolas, Renedo de Esgueva, Chella o Cobreros, entre otros, están en contra. Porque nada ganan a cambio de ver cómo su paisaje empeora para que unos concesionarios obtengan (legítimo) beneficio. Sin embargo, con el POPE, el vecino de esas comarcas es el beneficiario económico, convirtiéndose en un argumento de peso para apoyar su desarrollo.
3. Sistema de balance neto
Tercero, organizar el sistema de balance neto entre el consumo y la cuota de producción que corresponde a cada integrante de la CCE, abonando o percibiendo la diferencia..
4. Apoyo técnico, financiero y organizativo
Cuarto, dotar a las CCE de apoyo técnico, financiero y organizativo para que operen. En la subasta de octubre 2021, se habían reservado 300 MW para “productores de proximidad”. Sin embargo, solo se cubrieron 5,75 MW, por falta de capacidad técnica y organizativa. Supone así una gran oportunidad para nuevos modelos de negocio alrededor del asesoramiento a las CCE. Es decir, los actuales actores del mercado, lejos de quedarse fuera, aumentarían sus posibilidades de negocio.
5. Sistema de coordinación social
Quinto, utilizar las CCE como sistema de coordinación social para la implementación de nuevas fuentes de generación energética como geotermia, hidrógeno u otras muchas alternativas al petróleo y al gas que están esperando a ser puestas en práctica.
Adoptar una solución que no copia a ningún otro país es arriesgado, pero merece la pena. Siete motivos:
- Porque el precio de la energía eléctrica para los miembros de las CCE es estable y baja a medida que se va amortizando la financiación de la inversión inicial.
- Porque se convierte en una fuente de generación de riqueza para zonas menos habitadas, con efecto llamada a su repoblación.
- Porque los agricultores acceden a energía asumible que compran a sus propios vecinos. La agricultura española se hace más competitiva.
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Porque ayuda al planeta. Acelera el cambio hacia vehículos eléctricos y genera un efecto de electrificación de la industria de maquinaria agrícola.
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Porque se crean industrias secundarias para dar servicios a las CCE. Consultoras, instaladores, financiadores, aseguradoras, mantenimiento, etc.
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Porque la adopción de últimas tecnologías en generación energética será rápida y eficiente al estar preparado el sistema de coordinación social necesario.
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Porque las personas podremos recuperar algunas de las responsabilidades innatas que habíamos delegado. Asumiremos así el reto de tener las fuentes de producción más eficientes y sostenibles con el planeta.
Esto no va de ‘ideas’. Innovar es crear soluciones nuevas ante necesidades no resueltas. España no debe copiar. Debe arriesgar, buscar, prototipar nuevas soluciones energéticas. Un POPE y potenciar las CCE soluciona el descontrol del precio de la energía y ayuda a la repoblación rural. Sustituye el uso de recursos fósiles, algo que el planeta agradecerá. Genera ingresos o reduce el gasto en energía de las personas.
Y, sobre todo, crea un nuevo sistema de coordinación social para solucionar los problemas desde la ciudadanía. Seremos pioneros, innovadores: una respuesta inesperada que el mundo necesita.
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Artículo publicado en El Confidencial el 14 de Abril de 2022