Los ecosistemas de emprendimiento por excelencia ha entrado en una monotonía en el que todo pasa por replicar soluciones ya existentes y no innovar dando respuesta a necesidades no resueltas
Los ecosistemas de emprendimiento han sido muy notables en las últimas décadas. No sólo porque permitieron que muchas personas en lugar de buscar un trabajo seguro en la administración o una gran empresa tuvieran la oportunidad de desarrollar su proyecto, sino porque sirvieron para crear productos y servicios que han aportado indudable valor a la sociedad. Sin embargo, cuando las sociedades han tenido la urgente necesidad de nuevas respuestas, nos hemos encontrado ante la decepción de que, por ejemplo el gran icono de estos ecosistemas, Sillicon Valley, no funciona como muchos hubieran imaginado.
Aunque las bases vienen de antes, el surgimiento de este ecosistema en la década de 1950 está íntimamente ligado a la colaboración entre investigación académica (Universidad de Stanford) e innovación empresarial. Por ejemplo, Fairchild Semiconductors, creadora del primer chip que daría una gran ventaja tecnológica a los EEUU, es además la primera operación de capital riesgo (1958). Nace así una cultura de generar nuevas soluciones ante los retos de cada momento, independientemente de su naturaleza.
Una gran herencia
Es impresionante el valor que ha aportado al mundo en este tiempo. Se han creado empresas que cambiaron su época como IBM, GE, Kodak o HP al principio, Apple más adelante, o Google, Netflix, Facebook en este siglo. Alrededor del 28% de la inversión para empresas en fase de desarrollo de EEUU es captada por empresas allí ubicadas, el PIB per cápita de la zona es más del doble que la del país (cuatro veces más que en España), y es el área metropolitana de mayor crecimiento de PIB.
Pero aún así, desde hace varios años vienen apareciendo numerosos artículos y libros que anuncian el deterioro y aún la caída de este ecosistema. El propio The New York Times, en un artículo de Kevin Roose, habla de “el fin de Silicon Valley desde Silicon Valley”.
Uno de los principales problemas es la falta de propósito alrededor de una Necesidad no Resuelta
Son numerosos los observadores que mantienen que esta decadencia viene marcada porque se ha impuesto la acumulación de riqueza y poder a la ética del trabajo y otros valores inherentes a las sociedades democráticas. Así, todo es muy caro, crece la discriminación, el sexismo, el acoso… Todos estos elementos pueden ser parte de la razón, pero a mi juicio, la principal es la falta de propósito alrededor de una Necesidad No Resuelta.
Durante numerosos años estos ecosistemas se nutrían de visionarios, espíritus con empuje que encontraban una necesidad en el mercado y trataban de cubrirla. Surgían de una manera espontánea modelos creativos para sacar adelante los proyectos, y era un equipo genuino el que marcaba el camino al éxito. Tenían un propósito compartido.
Objetivo: ser unicornio
Posiblemente es a partir de 2013 que se habla de unicornios para definir las start-ups disruptivas, que habían crecido mucho y de manera muy rápida, llegando a valoraciones de más de mil millones de dólares, cuando ese propósito compartido comienza a desvanecerse. Ser un unicornio se había convertido en el objetivo.
Y para lograrlo se comienza a estandarizar e implementar respuestas pre-aprendidas para todo: Design Thinking o Lean Start-up para crear tu modelo; técnicas de generación de leads, captación de usuarios, retención, lifetime value… Todo se centra en Business Intelligence.
¿Y qué parte queda para la creatividad que desbordaba ese valle hace quince o veinte años? Poca. Comienza a no haber lugar para procesos nuevos que generen respuestas inesperadas. Su “por qué”, como diría Simon Suneck, es levantar capital, ganar dinero, ser un unicornio, hacer un exit. Silicon Valley se convierte en el lugar con el know how más importante para crear, gestionar y financiar star-ups de emprendedores, pero no para encontrar nuevas respuestas, para reinventar. Partiendo de «ideas» en vez de Necesidades para ser máquinas de generar beneficio económico, dejan de dar las respuestas que la sociedad necesita.
El propósito es solucionar necesidades no resueltas, para, además de ser rentables, generar nuevas soluciones inesperadas
Pero claro no todo ni mucho menos es negativo. En mi opinión, este proceso común a la mayoría de ecosistemas de emprendimiento, es simplemente natural en los procesos evolutivos. Alex Lazarow en su ensayo “Out-Innovate: How Global Entrepreneurs—from Delhi to Detroit—Are Rewriting the Rules of Silicon Valley” explica que el modelo se está agotando porque el mundo de la innovación necesita reinventarse. Defiende que el cambio está en marcha pero el epicentro de dónde sucederá es difuso.
Estoy de acuerdo con Lazarow, aunque en mi opinión la innovación es sólo el resultado del proceso creativo de uno o varios innovadores ante una necesidad no resuelta por causa de las respuestas pre-aprendidas. Es decir, el propósito es solucionar necesidades no resueltas, para además de ser rentables, generar nuevas soluciones inesperadas.
Creo que estamos entrando en la Era del Innovador, donde las personas pueden volver a conectar con su espíritu responsable, creativo e innovador y que estas personas volverán a poner el propósito en el centro de sus objetivos. Y esa regeneración no se dará en un valle, sino que será geográficamente líquida y deslocalizada, con sus propias reglas de coordinación social y que en un futuro dará a su propia Nación Digital.
El país que sepa crear un ecosistema para innovadores y atraer a personas como los Nómadas Digitales Corporativos se convertirá en el próximo ecosistema líquido de innovación
Pero, por otro lado, estoy convencido que si la innovación está en las personas, aquel país tradicional que sepa crear un ecosistema que proteja y fomente innovadores y atraiga Nómadas Digitales (especialmente los Nómadas Digitales Corporativos) para que, a través de programación y comunidad, puedan intercambiar procesos de creatividad e innovación se convertirá no en el próximo Silicon Valley, sino en el ecosistema líquido de innovación donde se generen las respuestas que nuestra generación y el planeta necesitan.